Época austera, como pocas. Y que, por supuesto, repercute en el fútbol, en el querido fútbol argentino. Todavía está en duda el inicio del torneo (es más, hoy por hoy, la pelota no rueda y habrá que esperar y destrabar el conflicto entre los clubes y las deudas –eternas- con los jugadores). Pero más allá de eso, aparece en primer plano la deserción de hombres importantes hacia otras tierras, muchas de ellas exóticas, pero largamente mejores rentadas. Un ejemplo reciente bastará para dejar en claro la economía de los equipos de primera. Lanús, candidato y animador desde el 2007, se desprendió de su máxima figura, de un goleador nato y eficaz como José Sand y, para reemplazarlo, la dirigencia tiene en mente a Leandro Armani, tal vez, la figurita de moda de este mercado de pases, puesto que sonó en Racing, Atlético Tucumán y Estudiantes, entre otros. Pero, y no es nada en contra del atacante de Newell’s, para que los granates no extrañen al gran “pepe”, en su lugar debería llegar alguien que se canse de meter la pelota dentro del arco. Y no es precisamente el ex Tiro Federal ese hombre.
Para que quede claro: Armani es un buen delantero, arrancó bien el Clausura pasado con los rosarinos, pero no es el reemplazante ideal de Sand. Ahora, ¿por qué Lanús no asoma la cabeza por Europa e intenta repatriar a alguien de allá? Bien, repasemos algunos casos. Luciano Figueroa, sin lugar en el Genoa, desea regresar a Central, su primer amor. Mariano Pavone y Ernesto Farías, son inaccesibles para el fútbol vernáculo. De hecho, al primero quiso traerlo River, Boca, Independiente y Estudiantes, pero nadie puso el efectivo necesario. Y al “tecla”, que arrancaría desde el banco en el Porto, lo pretende el último campeón de América, pero las negociaciones son arduas.
Ante este panorama, Lanús decidió enfocarse en el mercado local (a sabiendas, además, de que el Euro está a más de 5.50) y arriesgarse con un valor de acá en vez de exportar apuestas uruguayas, colombianas o ecuatorianas.
Bien, ¿y qué pasa con el resto, porque Lanús y Sand eran un ejemplo nomás? Boca, tal vez, sea quien mejor se haya reforzado de antemano. Solucionó con el América el trabado pase de Federico Insúa, y el enlace (que acumula descensos consecutivos con el Necaxa y Borussia Monchengladbach) ya se puso la camiseta. Llegó también le chileno Gary Medel y volvieron Marino y Luciano Monzón. Claro que también tuvo bajas importantes, porque no quisieron retener a Figueroa y Rodrigo Palacio se fue, al fin, a Europa. A ellos se le suman Álvaro González, un buen recambio, y Fabián Vargas.
River insiste con la fórmula de Ariel Ortega pero ya no está Falcao y no tienen los avales suficientes para acercar al menos por una temporada a Nicolás Navarro, Guillermo Pereyra ni a Ariel Rosada. Si pretendía generar ingresos con la venta de Buonanotte deberían ir resignándose, porque en lo que va de la pretemporada, no hubo ofertas concretas por el juvenil. Racing se desprendió de Zuculini, Shaffer y Migliore, entre otros, y se reforzó con valores del ascenso, bien al estilo Caruso Lombardi, y con otros que no andaban bien en sus clubes (Steinert no era tenido en cuenta por Sensini en Newell’s, mismo caso que Damián Ledesma en Independiente; Cahais descendió con Gimnasia de Jujuy y Pablo Saltillo, llegado del fútbol ecuatoriano, iba a ser el suplente de Lucchetti en Banfield). Estudiantes le abrió las puertas a un hijo prodigo como Carrusca, y confía en lo que puedan aportar Morales Neumann y Sebastián Luna, juvenil de Quilmes. Pero ya no tendrá más a Andújar y a Gastón Fernández, dos pilares en la consagración de América.
El fútbol local se desprendió también de Javier Pastore, Nicolás Bertolo, Prediger, Leandro Caruso, Daniel Montenegro, Bernardello y Santiago Solari, entre otros. Muchas figuras y pocos valores de renombre para ocupar sus lugares. Sinónimo de un fútbol argentino cada vez más golpeado.
Nicolás Fábrega